Casa Rural El Vasar
Casa Rural oficial
CR.CO/00197
C/. Río Jordán, 58. CP.14450. Añora - Córdoba - España
Télf: +34 670 88 11 61. email: elvasar2016@gmail.com
Casas rurales Córdoba
Los Pedroches.
¿QUÉ SIGNIFICA EL VASAR?
El vasar o "chinero", como es llamado en el Valle de Los Pedroches, posee una simbología muy especial en la casa tradicional de la zona norte de la provincia de Córdoba.
Antaño, cumplió y sigue cumpliendo con la delicada labor de guardar en sus estanterías las más preciadas vajillas, así como los más humildes vasos, dependiendo del hogar que los hubiera acogido, ya fuera la casa de un gran propietario como la del más humilde campesino.
El insigne escritor español del s.XIX José Martínez Ruiz, conocido como Azorín, en su obra "Pueblo", ya hacía una descripción romántica y hermosa del vasar. El vasar de una humilde casa de pueblo, que bien podría haber sido la nuestra:
..."Vasar; armario; alacena, fila de vasos de cristal; jarros, jícaras; tazas colocadas simétricamente. Entre las tazas, de todos los colores, la taza amarilla; como escondida, recatada, sin que quiera que la veamos. En la casa pobre, la taza que ha descendido a lo largo de las generaciones, de padres a hijos; sin romperse; sin desportillarse; sirviendo en su concavidad el caldo, la manzanilla, la tila, la malva, el cantueso. Llevada y traída por todo el ámbito de la casa; hacia el cuarto del enfermo; del cuarto del enfermo al barreño para ser fregada; puesta después en el vasar.
Cincuenta años, sesenta, tal vez cien. Aquí en su leja sencilla y modesta; si la miramos, pensando en sus méritos, aunque no pronunciemos el elogio, su color amarillo se torna vivo carmín, el carmín de las mejillas de una virgen pudorosa. Si, emocionados, con las manos titubeantes, intentamos cogerla, el carmín se torna palidez de muerte. No querer morir; querer seguir descendiendo de mano en mano por la pendiente de las generaciones; querer seguir estando en las manos temblorosas de estas pobres gentes que la llevan por la casa hasta el cuarto del enfermo; en el cuarto del enfermo, ser aproximada poco a poco a los labios; ser tocada, besada, por los labios; llevar en su seno el lenitivo para el dolor; escuchar el hondo suspiro de sosiego, de esperanza, que de los labios se exhala después de haber absorbido el líquido que ella llevaba en su concavidad. No pretender nada; no ser bonita; ser de loza tosca y sencillamente pintada; pero tener la satisfacción de haber aliviado muchos, incontables dolores. Y aquí, ahora, en el vasar, en la alacena, entre los vasos, entre las jícaras; dominada por un jarro altivo, arrogante. Un jarro que la mira a ella por encima del hombro; por encima de su ancha boca.
Repentinamente, en el rayo de sol que entra por la ventana, entran también unos cartones que van a colocarse debajo de cada taza. Los rótulos dicen: Cien metros, trescientos metros, quinientos metros. Las demás tazas han caminado poco por la casa; El rótulo que ha venido a colocarse debajo de la taza amarilla dice: seis kilómetros. Un caminar enorme, seis kilómetros en cien años, seis kilómetros en la casita reducida, pobre, seis kilómetros de ir y venir llevada por las manos piadosas de esas gentes sencillas"...
Hermoso ¿Verdad?. Si ha llegado hasta este punto del fragmento y ha sido de su agrado, podrá disfrutar de la obra completa en la Biblioteca de nuestro alojamiento, Casa Rural el Vasar.
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